martes, 29 de mayo de 2007

De Color Verde

Mientras me disponía a escribir esta entrada, por cierto, con un cigarrillo en una mano y una copa de vino sobre la mesa (y no lo hago por contradecir a nuestra querida ministra.... no), me he sorprendido a mi mismo pensando en el tema sobre el que hoy voy a escribir; Los Verdes.
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Antaño, llamarle a uno "verde" era lo mismo que llamarle pervertido, pecador y yo qué se cuantas cosas más. Hay que ver cómo cambian las cosas, incluso el significado de las palabras, puesto que hoy en día es un apellido que todo progre que se precie quiere tener aunque no sepa bien por qué, pero bueno, lo importante es seguir la moda y hoy lo "verde" es el último grito.
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Soy un ecologista convencido, separo mi basura, reciclo todo lo que puedo, procuro no consumir energia de forma innecesaria, ahorro agua, en alguna ocasión incluso he organizado alguna excursión para recoger basuras de un pinar y en los últimos días he acumulado sobre mi mesa catálogos de coches con motores híbridos. No cuento todo esto para presumir de nada, de hecho es lo más normal, lo hago para que aquellos que van a ponerme a parir cuando terminen de leer estas palabras al menos sepan algo más de mi y para explicar que los temas medioambientales no me son ajenos.
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Una vez dicho todo esto, vayamos al grano. Me asquean los que han hecho del ecologismo su negocio.
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El movimiento ecologista es un enorme negocio que mueve al año miles de millones de euros en todo el mundo que provienen de los impuestos de todos nosotros y de las donaciones bienintencionadas de muchas personas. Y no sólo es un negocio, además, cada vez con más fuerza, este movimiento se está convirtiendo en germen de poder y de movilización de masas. En definitiva, el sueño de todo megalómano.
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Hace unos días, leía un panfleto que resumía algunas ideas del señor Gore, Al Gore, el fracasado candidato a presidente de los Estados Unidos que no ha hecho lo que con buen criterio venían haciendo los candidatos fracasados en su pais, desaparecer de la vida política. Este fracasado, al parecer indignado por no haber consiguido ganar las elecciones (y eso que su contrincante era Bush), ha decidido que su mision es ahora la de salvar a toda la humanidad de ese terrible enemigo que nos acecha; la propia humanidad.
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En efecto, no voy a hablaros del cambio climático, tal vez lo haga otro día, lo que más me asusta hoy son las declaraciones del señor Gore y de otros magnates del ecologismo acerca de la necesidad de reducir la población mundial. Nos recomienda el señor Gore que las familias no deben tener mas de un hijo, lo que no nos cuenta es si vio la luz antes o despues de tener él cuatro, porque afirma que el actual ritmo de crecimiento poblacional es insostenible para el planeta.
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Apoya las reflexiones del señor Gore un tal Paul Watson, fundador de Greenpeace que repartio su negocio con sus socios y ahora preside otra organización que no merece que la nombre. Este fenómeno se atreve a decir que lo más inteligente es que desaparezcan 5500 millones de personas, es decir, un 85% de la población y que se lleven con ellos todo lo que significa progreso.
Lo que de verdad sería inteligente sería que se esfumasen ellos y todos sus acólitos.
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Y digo yo, ¿estos tipos no han oido hablar de Malthus? Lo digo porque Malthus afirmó algo parecido a finales del XVIII y evidentemente el tiempo ha demostrado que estaba equivocado ya que ahora hay mas de siete veces la población que había por aquel entonces y es indudable que vivimos muchísimo mejor.

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