30ytantos

Hace unos días, se estrenaba un nuevo anuncio de la marca Coca Cola. Me encanta, no se si es por las burbujitas, las calorías y la cafeina o por lo que este logo representa en todo el planeta, pero el caso es que la lata roja es casi un objeto de culto para mi. Si a esto sumamos que soy de los que piensan que lo único artístico y creativo que vomitan las televisiones son algunos anuncios, comprendereis ahora que el nuevo de Coca Cola se haya merecido una entrada en mi blog.

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Una vez más, han vuelto a hacerlo. Os preguntareis qué es lo que han hecho y la respuesta es sencilla; emocionarme. Si, ver este anuncio me ha emocionado.

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Naranjito, el 1-2-3, las tardes en los recreativos con aquellos primitivos viedojuegos, los amigos, las amigas (cómo no), la tele en blanco y negro,... Nuestra infancia solo se parece en una cosa a la actual; también era "wireless". La diferencia es que para nosotros lo único que si acaso podía tener cables eran los frenos de la bicicleta, y no siempre, que para algo estaban las suelas de los zapatos.

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Crecimos sin consolas, sin MP3 ni 4, sin ordenadores, sin webcams y sin necesidad de acortar las palabras porque no teníamos prisas. No necesitábamos todo eso porque crecimos con amigos con los que jugar, amigos a los que podíamos tocar, a veces para abrazarlos y otras veces para darnos algún mamporro, eso si, sin que ninguno de nosotros acudiese al psicólogo víctima de traumas con nombres raros. No es cuestión de melancolía. Nunca he sido de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero reconozco que en ciertos aspectos sí que lo fue.

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Una última reflexión al hilo del anuncio. Éste termina con una idea que me gusta, nosotros... los 30ytantos... no bebemos para olvidar, sino para recordar y disfrutar con los amigos. Evidentemente el anuncio se refiere a Coca Cola a palo seco, o como mucho con algo de hielo y limón, pero a mi me sirve también para la Coca Cola con gotas, en mi caso de Whisky.

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Ni ahora ni antes, cuando empezamos a salir, hemos bebido para olvidar. Salíamos a disfrutar con los amigos y bebíamos porque nos gustaba hacerlo. El fin simpre fueron los amigos y la diversión, las copas eran una consecuencia, pero nunca un fin. No digo que fuésemos santos ni modelos de nada, pero si alguna vez nos pasábamos de copas era producto de una larga noche de diversión, no de un botellón organizado con el único fin de beber lo máximo en el menor tiempo posible.

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Teníamos lo que teníamos y éramos felices. Por eso nunca bebimos para olvidar.